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Carta a los fachas

Candelaria, 26 de junio de 2016

Carta a los fachas:

Hoy es un día de luto. No ese luto religioso y cobarde, sino un luto abrupto, punzante y visceral. Si hay alguien que aún tiene el valor de alegrarse o festejar, celebra a costa, no de una muerte, sino de un suicidio: el de todos nosotros. España se ha lanzado en un camino ya irrevocable, se sube a un tren sin destino y se despide de cualquier forma posible de evolución. A quien decimos adiós no es al cambio político, sino al futuro.

Sí, quizás esta carta sí esté dirigida a los fachas, pero por supuesto también a todo aquel que ha hipotecado los próximos años a costa del resto de mi vida. La escribo porque ya es la hora de ser conscientes, porque ha sonado varias veces la alarma y aquí no se despierta nadie. ¿Y sabe usted, señor votante, cuál es el problema? Que no se trata de un despertador cualquiera, sino la alarma de una bomba que llevamos todos los ciudadanos que se avergüenzan de ser españoles. Así que sí, puede que esta carta también esté dirigida a todos aquellos que siguen creyendo en las fronteras, que profesan el etnocentrismo sin darse cuenta siquiera, a los que piensan que su tierra y su familia son lo mejor. A todos ellos: les advierto desde ya que se equivocan.

Es triste pensar que el miedo nos obliga a hacer estas cosas. Nos refugiamos en la mierda por temor a que fuera de nuestra zona de (in)confort huela a pedo. A los conformistas, conservadores y corruptos, para ustedes también van mis palabras. Durante estas elecciones nos jugábamos algo mucho más valioso que un cambio cromático, nos jugábamos el derecho a luchar. Habían dos opciones: romper con las reglas, arriesgarlo todo y salir a batirnos en una guerra sin armas o volver contra nosotros nuestra herramienta más útil. El mundo se cae a pedazos y necesitamos que una voz se alce para que sea por fin escuchada, pero acabamos de perder esa oportunidad.

Asimismo, hay cabida en esta carta para los que temen por que España se vuelva Venezuela y ni se apiadan de esta última: también es suya la culpa. Así que sí, puede que escriba también para los avaros y extremistas, aunque prefieran vender, multar, cuestionar, negar o insultar estas palabras antes de incluso leerlas.

No va este mensaje, por supuesto, para aquellas madres que han salido hoy de sus casas para sacar sus garras y defender a su familia. Lo siento muchísimo por ustedes, pero es evidente que si no pone offshore por algún lado, en España el papel sirve de poco. Mis más sinceras disculpas a la cultura, al arte y la ciencia, porque les hemos vuelto a fallar y ya van unas cuantas derrotas seguidas. De cualquier modo, ya ha quedado bastante claro durante el último lustro que en este país a la erudición se la premia con castigo, exclusión y rechazo. ¿Qué esperar de un país que invierte más dinero en deporte que en sanidad o educación? Así que sí, les dedico este párrafo a los que creen que el fútbol es el deporte rey; bueno, y a los que creen en el rey.

Hoy es un día en el que “España” ha de escribirse en minúsculas y pronunciarse en voz baja.

Hoy es un día en el que, a pesar de todo, debo aunar mis ánimos para poder decir una vez más que no, que no es justo y que no lo permitiré. A los machistas y a los hembristas, a los ladrones que los medios siguen llamando políticos, a los creyentes y petulantes, a los que confían en la democracia y piensan que todo va bien, a los que temen el progreso, a los que no creen todavía en la república, a los que confían en el capitalismo, a los que están orgullosos de cualquier partido u organización política, a los que creen en la superioridad de una raza, especie o creencia, a los xenófobos, homófobos y racistas, a los que maltratan a los animales, a los que dicen ser de izquierdas y luego son unos retrógrados, a los ricos que han comprado nuestro país a base de mentiras, a los europeístas, a los euroescépticos, a los sexistas, a los españoles que se creen que su pueblo ha de ser escrito en mayúsculas, a los que creen en el ejército o en cualquier otra fuerza militar y, por último, al señor Mariano: NO.

Usted vote de nuevo por el partido de la corrupción, por el señor con la colección de mentiras más amplia, por el color que más le agrade. Repita su voto y déjenos al resto sin libertad, amordace a la prensa, póngale esposas a la justicia, reduzca las pensiones, quéjese desde el sofá de su casa, extenúe a los maestros, búrlese de las mujeres y crea que puede gobernar sobre su útero, esclavice a los médicos, aumente el paro y los contratos basura, obligue a los amos de casa a ajustarse el cinturón sólo para que los jóvenes de su familia puedan abrochárselo  en un avión con destino a algún lugar con trabajo. Al final quizás hasta tenga razón: ¿a quién voy a votar si aquí se debe hacer por descarte? Haga lo que usted quiera, pero desde luego, no cuente conmigo.

En 2011, cuando aún no sabía lo que era la política y me enteré de que Rajoy había ganado las elecciones, sentí una sensación extraña. Hoy me doy cuenta de que aquello era la sensación de perder las riendas de mi vida y sumirme en un gobierno inestable en el que yo, primero como joven y luego como periodista (en algún futuro no tan lejano) sería ultrajado, humillado, engañado y rechazado. Y así ha sido. Durante mi corta existencia he visto cómo mi palabra no ha sido escuchada o tomado en serio sólo por ser menor, cómo los de mi alrededor han sido despedidos de su trabajo, cómo algunos de mis amigos y yo mismo hemos hecho planes para irnos de España en busca de nuevas oportunidades, cómo gente dolorosamente cercana a mí ha sido desahuciada… Y todo eso, ¿por qué? Y si tanto duele, ¿por qué no hacemos algo al respecto?

Nunca creí que España fuera tan tonta como para tropezar dos veces con la misma piedra, pero el 26-J es la prueba que confirma la evidencia.

Y por si todavía queda algún tipo de facha que no se da por aludido, a todos en general, les deseo buena suerte y unos felices Juegos del Hambre.

RMG

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