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HUMAINS PARTOUT, MAIS PAS D'HUMANITÉ

HUMAINS PARTOUT, MAIS PAS D’HUMANITÉ

Hoy, París se cubre de flores. Hoy, la Ciudad de las Luces apaga la célebre Torre Eiffel y reviste de un luto riguroso los tres colores que siempre han representado los valores más humanos: liberté, égalité et fraternité. Resuena en las calles una desolada Marsellesa donde ayer el bullicio, la música y el arte propios de la capital francesa fueron duramente cercenados de una población parisina que, bajo su asombro, moría sin saber el porqué. Hoy, un día después, todavía nadie lo sabe.

En la memoria de todos los españoles, hoy regresa el eco del 11-M, el recuerdo de una España que también fue masacrada por personas tan humanas como nosotros mismos. Y digo humanos por no decir seres humanos, ya que todo eso parece haberse perdido. El verbo “ser” deja de tener sentido en un mundo en el que la mentalidad colectiva, los buenos valores y las principales artes y humanidades que nos vinculan con la esencia más primitiva del hombre, han desaparecido progresivamente mientras nadie hacía nada por refrenarlo.

Los medios se avalanchan, y sus noticias se amontonan por doquier, produciendo una sobreinformación que conlleva una considerable desinformación. Los lectores antisensacionalistas, deben hacer hincapié en una extenuante búsqueda para hallar un foco de verdad que repele los cuantiosos bulos que se suceden sin parar. Diversas autoridades, figuras políticas e incluso la prensa en general, ya comienzan a hacer gala de su esencia más corrupta, aprovechándose de una situación que nos mantiene a todos con los ojos bien abiertos, enganchados a la adrenalina amarillista propia de los tiempos que corren.

Desde Vita Nostra nos pronunciamos mucho más tarde, intentando alejarnos del sentimentalismo extremo que se nos intenta inculcar, de la crítica más insana e impersonal y del papel que no nos pertenece: creernos importantes. Mientras el Estado Islámico reivindica que “la guerra no ha hecho más que empezar”, nosotros sólo queremos recordar que todavía hay un resquicio humano que nos une a todos. Sólo tenemos que encontrarlo.

Resultado de imagen de pray for parisCuando la religión se convierte en una enfermedad no hay diferencia entre verdugo y practicante. Estamos hartos del maldito nihilismo, hartos de la corrupción y del capitalismo. Hartos de ver en París decenas de cuerpos que ayer tiñeron las calles de sangre. Hartos del yihadismo y de este terrorismo innecesario. Hartos de que Francia se mantenga impasible en su postura de víctima y no salgan a la luz sus duras represiones contra muchos estados africanos. Hartos de que la estupidez humana actúe siempre de esta manera, llevándose las vidas más inocentes. Los “primermundistas” vivimos bajo el yugo de una realidad deformada y maquillada que nos engaña continuamente.

Cuesta creer que sea necesario un ataque de este calibre para que la sociedad tome conciencia de lo que en el mundo acontece, de hasta qué punto el poder de la mente es capaz de crear consecuencias tan nefastas. Aunque la esencia del ser humano es corruptible, injusta, ególatra y narcisista, poseemos algo que permite el cambio: la razón.

La guerra no ha comenzado hoy, la guerra se ha prolongado desde el principio de los tiempos. Pero no París. ¿Por qué París? ¿Por qué atacarnos a nosotros mismos? ¿Por qué no aprender a vivir, a convivir, a amar, a ser?¿Desde cuándo hemos estado muertos?

Consternación ante la barbarie. Barbarie ante la vida.

RMG

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